Con nuestros mejores deseos
Como siempre por estas fechas, quisiéramos haceros llegar nuestras felicitaciones, aunque esta vez, en lugar de hablaros de negocios y propósitos cumplidos, nos gustaría romper una lanza en favor de nuestros vecinos más indefensos y poner sobre la mesa un futuro en común.
Como todos sabemos (y si no es así, ya lo contaremos en otra ocasión), DUIR es el nombre celta que recibía el Roble (Quercus robur). Simboliza la solidez, la longevidad y la fuerza, de ahí nuestro anagrama.
No obstante, en lugar de hablar del rey Roble al que estamos muy unidos, hablemos hoy del otro rey, el que reina en la parte fría y oscura del año…
Acebo (Ilex acquifolium)
«Decorad los salones con ramos de acebo», dice la canción.
¿Quién no conoce el villancico inglés «Deck the Halls with Bucks of Holly»? Como en el caso del brusco o rusco, la combinación de colores rojo y verde, en arbustos o árboles de hojas perennes y bayas rojas son símbolos de fertilidad y vigor y se asocian a los buenos comienzos. La introducción del acebo como planta navideña se atribuye a la Iglesia Católica, en un intento por sustituir al pagano muérdago, que era un símbolo utilizado por los druidas en las festividades del solsticio de invierno. Pronto la costumbre se generalizó en toda Europa y en Norteamérica. No obstante, el acebo ya era utilizado por los antiguos celtas.
El rey Acebo
Una antigua historia celta «El rey Roble y el rey Acebo» que se representaba de forma popular al comienzo del invierno, contaba cómo el Rey Roble reinaba sobre la mitad luminosa y cálida del año, cuando sus hojas verdes estaban en su mayor esplendor, y cómo el Rey Acebo reinaba sobre la parte oscura y fría del año, cuando el Roble perdía sus hojas y el Acebo, sin embargo, mantenía el verde de sus hojas y se adornaba con sus bayas rojas.
Una especie protegida
El acebo es un arbusto o árbol protegido en buena parte de Europa, precisamente por la depredación salvaje a la que fue sometido con objeto de servir de decoración en las fiestas navideñas. En España podemos verlo en estado natural en zonas como el Moncayo (Aragón) o el Montseny (Catalunya), donde se tomó la fotografía que ilustra esta página. Cuando vayamos al monte y lo veamos, muchas veces asociado a bosques de hayas, castaños o robles, no cedamos a la tentación de arrancar una rama: no sólo es un hecho sancionable, sino que, además, es un atentado contra esa especie a la que hay que librar de la recesión.
Al igual que el rusco, el acebo se vende en ramas en los mercados de adornos navideños. El control generalizado para impedir el comercio de acebo podado en estado natural hace suponer que los ramos que se venden en los grandes mercadillos navideños o en las tiendas «legales» proceden de la poda de ejemplares de vivero, pero el riesgo aumenta cuando la compra se realiza en mercados no controlados.
¿Puedo tenerlo en casa?
Es una planta de exterior, muy utilizada para decorar setos y jardines, que se puede comprar en los viveros. Se venden diversas variedades, desde la más común hasta la más sofisticada, con bordes blancos y bayas de color amarillo. Aunque en la naturaleza puede llegar a superar los diez metros de altura, se vende con el tamaño de un pequeño arbusto y tiene un crecimiento lento. Le gustan los lugares húmedos y sombreados, pero al adquirirlo hay que asegurarse de que en el vivero nos dan las instrucciones oportunas para un mantenimiento a largo plazo y, al igual que sucede con el abeto, si no podemos ofrecerle un lugar en el que sobrevivir pasadas las fiestas, es mejor no comprarlo. Por otra parte, tener un acebo en nuestro jardín o terraza nos permite aprovechar las ramas podadas al comienzo del invierno, para decorar la casa sin causar daño al medio.